Estas son las palabras que me salen en momentos en los que no tengo internet. Escrito el jueves 25 a las 22:30 horas nicaragüenses aproximadamente.

Hoy me he dado cuenta de que estoy en Nicaragua. Ha sido la primera vez después de seis días (uff, ya seis días aquí, sí que pasa el tiempo rápido, sí). La Garnacha, una comunidad de campesinos al lado de Estelí (Las Segovias) al norte de Nicaragua, ha sido quien me ha transformado la visión que tenía. Ese lugar, en lo alto de una colina, se convirtió en cooperativa en los años 80 tras la iniciativa de extranjeros religiosos durante la revolución sandinista. Más tarde, algunos proyectos de cooperación, entre los que destacan los de la cooperación española, han ido desarrollando distintas actividades hasta convertirla en lo que hoy es. El pueblecito, formado por unas 130 personas, se dedica a la agricultura ecológica y a la artesanía con productos naturales de la zona, como hojas de pino (para hacer pendientes), piedra y barro (para todo tipo de objetos de decoración). Allí es donde hoy hemos desayunado (gallopinto -arroz con frijoles- huevo revuelto, queso y tortita. Esto mismo es lo que hemos cenado, por cierto, y mañana seguro que lo volveremos a desayunar. Sí, es el plato títpio de Nicaragua y los campesinos te lo ofrecen como su mejor manjar, de ahí que no podamos rechazarlo, a pesar de que nuestros estómagos se encuentren pesadísimos de tanto arroz y plátano frito. ¡Y nosotros que pensábamos que estaríamos todo el día en el baño con eso del cambio alimenticio!) Pero bueno, sigamos que me pierdo... Decía que en en la visita a La Garnacha hemos visto la fábrica de quesos que tienen donde, por supuesto, yo me he hecho con unos cuantos para llevarlos a España porque ¡me encanta el queso! A pesar de que la técnica de hacer este producto no es la suya, la autóctona (más bien se parece a la que todos conocemos o hemos oído hablar), la leche de vaca y cabra sí que es natural de La Garnacha y el sabor auténtico.

Hoy también hemos conocido a Alverto Gutiérrez. Sí, Alverto, con "v", así es cómo él lo escribe y así es como yo lo voy a poner. Este personaje, de casi 70 años, es ermitaño desde hace 30 y vive en el sendero del Jalacate, un lugar paradisiaco, en plena montaña, cerca de Estelí y rodeado de naturaleza increíble a la que hay que acceder a través de grandes cuestas que si tienes problemas de espalda, como es mi caso en estos momentos (me está haciendo la puñeta la jodida espalda, sí), te recomiendo que vayas despacito y con calma. La particularidad de Alverto es que talla todas las rocas que se ha ido encontrado por su camino y su hogar es un puro espectáculo natural porque tiene cada obra de arte que ni el más artista quisiera haber construido. Sus historias, de personaje salido de un loco cuento, están basadas de lo que oye y le cuentan todo aquél que le visita, puesto que su casa tiene lo mínimo y por supuesto no cuenta con ningún aparato de comunicación. A su parecer ya han pasado por este lugar más de 9.000 personas de todo el mundo y todas han dejado su firma en el libro de recibimientos y despedidas que posee a modo de recuerdo. Los pasillos de árboles, las barandillas y escalones de madera, la piedra tallada con figuras increíbles y el paisaje de fondo (donde casi se llega a ver Honduras) hacen del sendero un sitio para la meditación, la paz, la tranquilidad, la serenidad... Éste es un perfecto ejemplo de la relación hombre-naturaleza.
Ahora, ya de noche, estamos en Venecia. Por desgracia no es la Venecia que todos creemos. Ésta es un pueblito de unos 600 habitantes donde la pobreza es la dueña del territorio, aunque no la pena ni las caras largas de sus ciudadanos. Todos viven de la agricultura (grano y café) y de la ganadería. Por suerte el medio ambiente está muy presente en toda esta gente y mañana será un día de observación y conversación con sus ciudadanos para que me cuentan su día a día y pueda utilizarlo para mi proyecto. Serán mi fuente de información y de aprendizaje porque no dudo de que me aportarán mucho.
En el paseo desde La Garnacha hasta Venecia, unas 3 horas por caminos (ya que aquí sólo está asfaltada la carretera panamericana, esa que va desde Canadá hasta Argentina) te das cuenta de la pobreza y la humildad de las gentes. La electricidad no existe, tan sólo una bombilla por casa es lo que alumbra cada hogar donde no hay teléfono fijo y donde las comunicaciones entre los pueblos son estos mismos caminos de grava y polvo por donde pasamos nosotros. Así, en el trayecto te encuentras a gente en bicicleta, otros transportando materiales en carros tirados por burros o mujeres que cargan con cacerolas (imagino que llenas de arroz con frijoles). Me pregunto si su vista estará mucho más desarrollada que la nuestra para poder caminar a oscuras en esta noche cerrada. Me pregunto a dónde irán, aunque tampoco es demasiado tarde para deambular, tan sólo son las 19:30 horas. Me pregunto si se extrañan al vernos y si se cuestionan eso. Me pregunto por qué aún existen pueblos en estas condiciones en pleno siglo XXI. Me pregunto por qué nosotros somos los privilegiados y no ellos... Me pregunto, me pregunto, me pregunto...
Supongo que es, a partir de ahora y después de que periodistas, historiadores, políticos locales y un grupo de jóvenes sandinistas nos contaran ayer cómo está el país y hacia dónde camina, cuando podemos enfrentarnos a la pura realidad nicaragüense, esa de la que tanto estoy hablando en estos textos y de la que tanto quiero saber. Ahora empieza realmente este proyecto, ahora empiezo a verlo todo un poco más claro porque ahora sé que he llegado a Nicaragua.
Pues mola mucho Pelandrus.... espero q hayas hecho más fotitos del señor ermitaño ese, xq tiene que ser bonito su "barrio", sí... Un abrazo y que sigas bien
ResponderEliminarSí que lo era pepiño, lástima que no tenga todo el tiempo del mundo para dedicar a este espacio más tiempo. Pero las iré subiendo a la vuelta, en españa, supongo, porque aquí no paramos. ¿Qué tal va todo por el norte? ¿Ya estás con Candelita? Bss gordos
ResponderEliminarQué guay Silvi, ya me gustaría a mí estar disfrutando de tantos paisajes diferentes y gentes distintas. Te seguiremos viendo en tus aventuras, un beso. Cris Sánchez.
ResponderEliminarjoe! esa foto es preciosa, vamos!!!!! algun dia, algun dia... jijijiji me la apunto en la lista infinita...
ResponderEliminar1besazo!