"Aprovecha todas las oportunidades que te ofrece la vida porque, cuando pasan, tardan mucho en volver" P. Coelho

jueves, 11 de marzo de 2010

La isla de Ometepe y sus volcanes

(Martes 9 de marzo)

Estamos en la isla de Ometepe, situada dentro del lago de Nicaragua (o Cocibolga) y muy atractiva por tener dos volcanes, el Concepción, activo, y el Maderas, no activo y al que subiremos mañana. Es la mayor isla del mundo en un lago de agua dulce.

Bueno, la llegada aquí, después de una semana estresante por miles de conferencias frenéticas y de pasar el fin de semana en Poneloya, en el Pacífico Central, ha sido muy deseada. Deseada para liberar ciertas tensiones generadas en los últimos días, deseada para cargar pilas, para trabajar sobre nuestros proyectos y productos, deseada por volver al contacto con la naturaleza, subir un pedazo de volcán de casi 1400 metros y de conseguir que la rivalidad cuerpo-mente no nos afecte en la subida de todo un día.
Antes de esto conocimos Granada. Creo que todas las Granadas son bonitas y encantadoras, llenas de color y magia capaz de encandilarte. Al menos eso fue lo que yo sentí en el poco tiempo que estuvimos (sí, el tiempo es más que frenético a veces). Pero aún así, pude saborear el ambiente y visualizar sus calles, sus casas coloniales, su catedral amarilla y sus plazas. Bonita para pasear y perderse puesto que Granada fue la primera ciudad colonial de Nicaragua. Me recordaba un poco a Cuba y espero que cuando la visite (puesto que no conozco Cuba, jajajaja) me recuerde a la Granada nica.

El camino a Ometepe es largo ya que empleamos todo un día, a pesar de que las distancias en los mapas no las señalan como tales. Lo más bonito fue cruzar el Cocibolga en un barco que se movía más que una corriente marina. Y es que, a pesar de que es un lago, hay oleaje y el viento sopla feroz. El volcán nos saluda a lo lejos y en cuanto nos vamos acercando nos recibe con un escupitajo de cenizas que parecía más bien un desprendimiento de tierra. A pesar de la cara de asombros de algunos, nuestras ganas por perdernos en Ometepe se agrandan y se endurecen más.


Después de un movidito paseo de tres cuartos de hora, aproximadamente, hasta llegar al hospedaje de estos días (os recuerdos que aquí no hay carreteras sino caminos pedregosos y polvorientos incluido en zonas urbanas), pasamos por pueblitos chicos donde hay movimiento y mucha gente en la calle. También guiris, como nosotros, puesto que esta isla es bastante aclamada por los viajeros mochileros, supongo que por su atractivo natural.
La Magdalena, el lugar donde dormiremos estos cuatro días es fascinante. ¡Me encanta! Un lugar súper hipi, lleno de hamacas, rastafaris, artesanos, naturaleza, y sonidos que vienen de fuera. Uno de ellos proviene de monos y es bastante desagradable y terrorífico. Parece como si te fuesen a comer de un momento a otro. El grupo esta noche dormirá todo junto, en un mismo cuarto gigante y en unas camas muy raras pero no incómodas. Así es que nos hacemos con las mosquiteras atándolas donde uno mejor pueda y listo, a disfrutar de esta nueva experiencia perdidos del mundo terrenal y sumergidos en un ambiente diferente y muy enriquecedor.


Resulta que de este hospedaje viven varias familias: una se dedica a la cocina, otra a la limpieza, otro a los alimentos... Es una forma de cooperativa muy original donde todos colaboran con todos y todos ganan. No está vinculado a ningún gobierno sino que son ellos mismos los que han sacado y sacan a delante este lugar. Es una idea interesante y muy diferente a lo que tenemos acostumbrados a ver.
A partir de este momento nos acompaña de nuevo la tele. Sí, sí, el mismo equipo que estuvo con nosotros en el Jerte, de Canal Extremadura, y el que ya casi es uno de nosotros. El objetivo de su trabajo es hacer un documental sobre este proyecto que se emitirá por Canal, creo que en mayo, con el objetivo de que os llegue de manera mucho más entretenida, amena y visual, todo o casi todo lo que estamos tratando aquí y que os conciencies también desde allí de las necesidades que hay en Nicaragua y de lo mucho que queda por hacer.


Mientras tanto, y a la espera de nuevos acontecimientos en este paisaje selvático, me despido hasta nuevo aviso, que no sé cuándo será porque en este país la red no llega a todos lados.

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