"Aprovecha todas las oportunidades que te ofrece la vida porque, cuando pasan, tardan mucho en volver" P. Coelho

lunes, 22 de marzo de 2010

Mercado Roberto Huembes


El mercado Roberto Huembes de Managua (llamado así por uno de los caídos durante la revolución sandinista en el país) me recuerda a los zocos árabes. Los puestos se apelmazan unos con otros y a veces no puedes definir dónde se unen ni dónde acaban. El mercado ofrece de todo: artículos de artesanía, ropa, cosméticos, verduras y frutas de todo tipo y de todos los tamaños, puestos de piñatas de miles de colores, sección de carne, restaurantes, puestos de especies y hierbas naturales…
Además, en algún que otro rincón hay alguien gritando a los cuatro vientos la palabra de dios (en minúsculas, por supuesto). Esta gente, que parece sacada de sus órbitas, son evangelistas e imagino que su función es la de predicar para ganar adeptos. No sé si la atención de los curiosos era la apropiada, pero la mía se fue a estas palabras y a las que emitían los transistores que había en algunos de los puestos por donde pasamos. De todos ellos salían voces masculinas que susurraban sobre algún dios y la importancia del mismo en las vidas de las personas y todas ellas me contagiaron miedo más que entusiasmo por lo que decían. El ímpetu que desprendían era importante y supongo que eso de alabarlo en todas partes y de mostrarlo en casi todas sus conversaciones es uno de los principales problemas de estos países, ya que la religión nunca te puede llevar a buen puerto.

Pero hablemos del mercado: un curioso lugar no apto para escrupulosos ni personas con mucho olfato debido a la mezcla de olores e imágenes que pueden dañar la retina. Todo ello, junto, se mezcla en las entrañas de esta gigante nave donde los puestos crean un espacio laberíntico. El calor es asfixiante y la luz muy escasa. El griterío, típico de un mercado, es constante y en algunas ocasiones se rompe al son de un “aguador” que ofrece bolsitas de agua. Los vendedores piden tu reclamo preguntándote siempre lo mismo, “¿qué está buscando?”, a lo que tú te ves obligado en contestar “nada, gracias, tan sólo estoy mirando”.

Uno de los mejores momentos en este mercado fue el rato que pasamos con Doña Marta, una mujer que vende hierbas medicinales y que se ofreció a explicarnos algunas de ellas mientras ingresaba córdobas en los bolsillos de su mandil. Y es que, la exposición de estas plantas y sus efectos será parte del proyecto de alguno del grupo. Así, mientras todos ganábamos (unos sabiduría, otros plata), nos hicimos hueco en su oscuro habitáculo (tan sólo iluminado por una vela debido a un corte de luz) del que sólo se veían plantas y más plantas colgadas de cualquier sitio. A pesar del calor que pasamos, lo recuerdo como un momento mágico, curioso y muy dulce, del cual ha quedado constancia en mi grabadora (herramienta que me ha acompañado en todo momento) con el fin de no perderlo en el olvido.
En definitiva, el mercado nos ofreció un día de compras y ocio donde, además de percibir la esencia del trajín comercial de la capital, nos hizo caer en la tentación y hacernos con algún recuerdo, ya que Nicaragua empezaba a despedirse de nosotros y había que hacerse con ella como sea. Y es que nos ha tocado hondo, sí, nos ha atrapado y por ello yo volveré.

3 comentarios:

  1. Hola Silvia, espero estés muy bien después de semejante viaje. Pienso que has vivido mucho en tan poco tiempo y sobretodo te has dado cuenta que mi Nicaragua esta muy herida pero trata de surgir de las entranas. Espero verte nuevamente, cuando yo llegue a tu país o bien cuando regreses a esta Nicaragua que te recibe con los brazos abiertos.

    Un abrazo

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  2. ¡¡Ayy, Victoriano, qué grandes tus palabras!! Yo espero volver pronto, me quedé allí muchas cosas y quiero conocer la zona Atlántica, que estoy intrigada por patearla. Aún estoy perdida en Madrid, que se me está haciendo enorme, pero bueno, este fin de semana volvemos a reencontrarnos para seguir trabajando por Nicaragua, así que habrá que alegrarse por ello. Cuídate mucho y ven pronto (avisa cuando sea eso, por favor)
    Abrazos. Silvia.

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  3. Hey Silvia, me da mucha lastima no haberme despedido de ustedes, llame a Juan pera saber donde se encontraban, pero no me respondió el movil. Dile a los chicos que los aprecio muchisimo y que me escriban a vicar03@hotmail.com o vicar1980@gmail.com.

    No moriré sin conocer la tierra de mis bisabuelos (España) y sin verlos a ustedes nuevamente.

    Un fuerte abrazo Silvia

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